sábado, 29 de agosto de 2009

El hilo de Ariadna

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Según la antigua leyenda de la mitología griega, la joven princesa Ariadna y el valiente héroe Teseo se sintieron atraídos entre sí. Cuando Teseo decidió internarse en el peligroso laberinto del Minotauro para acabar con la crueldad de los sacrificios, Ariadna le proporcionó un ovillo con hilo de oro, que iría desenrollando a medida que se internara en el laberinto donde se enfrentaría con el monstruo. Teseo venció al Minotauro y logró salir del laberinto siguiendo el dorado hilo de Ariadna.

En nuestras vidas también brilla un hilo de Ariadna, el cual podemos seguir hacia la Luz de nuestra propia esencia, para encontrarnos con la Verdad, la Alegría, la Libertad, la Claridad fuera del laberinto. Tenemos ese 'hilo dorado' constantemente brillando en nuestra consciencia, basta que nos dejemos humedecer por él, que nos revolquemos en su alegría y paz. Ese hilo viene a nuestros pensamientos y sentimientos. Por ejemplo cuando sentimos un 'momento mágico', al escuchar una linda música o al ver el atardecer, o simplemente con cualquier situación cotidiana. A veces rechazamos estos momentos inconscientemente, con una actitud de: "bah, es bella esta música pero la tengo grabada y ya la escucharé más veces con más sentimiento". Está bien así si sentimos deseo de atender a otra cosa, pero cuando lo sintamos reconfortable y correcto, es genial 'revolcarnos' en esas buenas sensaciones. Por ejemplo 'soltar' nuestras buenas sensaciones que vienen solas en tales momentos (a veces al escuchar determinada canción y que, por misterios de la vida, esa canción ya nunca vuelve a repetirse: aunque la reproduzcamos de nuevo el sentimiento o magia 'especial' no se repite, porque la vida nos ofrece perlas pero con sabores distintos cada vez).

Siguiendo el hilo de Ariadna, disfrutando, explorando las ideas que nos vienen (a veces imágenes de energías brillantes cuando recién despertamos en la cama o cuando nos echamos a dormir), permitimos que crezca una luz resonante con esos buenos sentimientos, una Luz que ilumina lo que somos y nos permite descubrir nuestra verdadera naturaleza: el mejor regalo es descubrir cuán maravillosos somos.

El hilo de Ariadna está aquí: en cada latido de corazón, en cada respiración, en cada sentimiento e idea. Si nos cuesta percatarnos de él conscientemente, simplemente sigamos con nuestra vida y aparecerán esos momentos mágicos por sí solos. Cuando aparezcan, esta vez disfrutémoslos, agradezcamos por tal regalo-oportunidad de disfrutar de la Vida. El auto-descubrimiento puede llegar a ser muy gozoso y espontáneo cuando recurrimos a algo tan sencillo como seguir ese dorado hilo de Ariadna, esos guiños brillantes que la Vida nos regala a cada uno de nosotros.

¡Saludos!
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