sábado, 20 de noviembre de 2010

Responsabilidad (Wayne Liquorman)

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Fragmento del libro "La Iluminación no es lo que crees", de Wayne Liquorman:

Responsabilidad

¿No es el advaita solamente otro camino para evadir la responsabilidad?

Wayne Liquorman: Lo que llamas "responsabilidad" no es más que una convención social. La responsabilidad está relacionada con las normas que dicta la sociedad. Cuando tus acciones coinciden con esas normas, te dices que estás siendo responsable, es decir, que respondes a las expectativas de la sociedad. Si has interiorizado esa forma de pensar, te dirás que eres responsable contigo mismo, lo que quiere decir que respondes a tus propias expectativas. Pero la verdadera cuestión es, en primer lugar, ¿cómo es que te preocupas por eso? y, en segundo lugar, ¿qué es lo que te proporciona el impulso para actuar de acuerdo con esas normas? Obviamente, un gran número de personas están dotadas de la estabilidad necesaria para actuar responsablemente, pero es igual de obvio que otras muchas carecen de esa estabilidad y no se preocupan por nada, son completamente "irresponsables". El advaita plantea la siguiente cuestión: ¿qué o quién es responsable de la creación de los actos responsables y qué o quién es responsable de la creación de los actos irresponsables?

Ramesh utiliza a menudo el concepto de que nada tiene importancia, de que "¿a quién le importa?". Es un buen indicador hacia el Absoluto pero, cuando ese concepto se aplica al mundo aparente, puede provocar que algunas personas se vuelvan desapegadas y frías de corazón y crean que no deben esforzarse para tratar de mejorar aunque sientan el impulso de hacerlo. A mí me da la sensación de que "nada importa" limita las posibilidades de quienes se esfuerzan, porque les hace creer que si quieren alcanzar la Iluminación deben adoptar esa forma de pensar.

Es cierto que, a menudo, los estudiantes de advaita llegan a la errónea conclusión de que «nada importa», y eso sucede porque el FSAP (FSAP: Siglas del Falso Sentimiento de Autoría Personal, o sea, la sensación de que el organismo cuerpo-mente es el hacedor/autor de las acciones) les está diciendo: «Si yo no lo hago, nada tiene ningún valor». Sin embargo, eso no es lo que dice la Enseñanza Viva; lo que dice es que el hecho de que algo importe o no sólo es una consideración relativa. Ramesh titula su libro ¿A quién le importa?, y lo hace porque esa frase tiene un doble significado. La Enseñanza Viva plantea la siguiente cuestión: «¿Quién es el que se preocupa y cuál es el origen de esa preocupación?, ¿es el individuo o es la Fuerza Vital la que hace que una persona sea "responsable" y que otra sea "irresponsable"?».

¿Qué nos puedes decir sobre las promesas, los juicios sobre los demás, las peticiones...? Por ejemplo, prometer a tu hija que asistirás a su graduación, o que la recogerás a la salida de clase, o evaluar la capacidad de un cirujano que tiene que operar a un ser querido. De algún modo, incluso si «no estás ahí», esas promesas se hacen, esas evaluaciones se llevan a cabo. Decir que la Consciencia es la que lo está haciendo... bueno, digamos que, si yo fuera tu hija, no podría darle un puntapié a la Consciencia en caso de que te olvidaras de recogerme a la salida de clase y me dejaras plantada bajo la lluvia y, por otro lado, es obvio que todos evaluamos de un modo constante a los demás. Por tanto, parece claro que un sabio también hace juicios complejos pero, si ahí «no hay nadie», ¿quién es el que hace esas evaluaciones?, ¿quién es el responsable de dejar a alguien plantado? y ¿quién elabora los compromisos que permiten que acudas puntualmente a esta charla?

El modo en que lo planteas apunta a una interpretación errónea de lo más elemental del advaita. Es obvio que las cosas que has mencionado suceden y que el organismo al que llamamos sabio elabora juicios complejos. Pero, como tú señalas, es el organismo el que lo hace. Si nos referimos al indicador de que «no hay nadie ahí», ¿quién crees que es el «nadie» del que hablamos, el alguien que no está ahí?

Obviamente, hay algo que está funcionando, que está desarrollando una actividad, y es posible que esa actividad te guste pero también es posible que te disguste. En el sabio hay algo que no está ahí que parece estar presente en el resto de las personas: ¿qué puede ser ese algo? La expresión que yo utilizo para referirme precisamente a ese algo es la de «Falso Sentimiento de Autoría Personal», un sinónimo de lo que se suele llamar el «ego» o el «yo», que reclama ser el autor de los diversos sucesos que, en realidad, suceden como parte de la actividad de la Totalidad. Cuando decimos que en el sabio «no hay nadie», lo que en realidad queremos decir es que carece del FSAP.

Esta Enseñanza Viva te invita a tratar de localizar ese Falso Sentimiento de Autoría Personal. A priori tienes la convicción de que existe el libre albedrío y de que eres el autor de tus acciones, pero ¿es eso cierto?, ¿es lo que sucede realmente?

El que hace promesas, y las rompe, es el organismo humano, que es producto de sus genes y de sus condicionamientos externos. El organismo es el que se comporta bien o mal y el que, en función de sus acciones, es digno de mérito o merecedor de culpa pero, aún así, conviene tener presente que el crédito y la culpa no tienen por qué estar necesariamente relacionados con el comportamiento.

A menudo, somos testigos de cómo hay personas que se promociona o degrada en el escalafón laboral por trabajos que han llevado a cabo sus subordinados. También hay personas a las que se acusa de crímenes que no han cometido o personas que cometen crímenes de los que nunca se les acusa. Por tanto, es obvio que las acciones producen resultados, pero los resultados no están necesariamente conectados a esas acciones en un sentido causal directo.

Para que esta Enseñanza Viva tenga algún valor, tienes que observar muy atentamente lo que te estoy señalando. Sé que te estoy planteando muchos temas de golpe, pero no hay prisa. Considera estos indicadores cuando tengas tiempo, estudia si te cuadran y piensa si tienen algún significado para ti.
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