martes, 14 de febrero de 2012

Sobre nubes que pasan (estados de ánimo, etc)

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Ayer escribí un mail, parte de cual puede ser aprovechable para ser compartido como post. Las pocas modificaciones las coloreo con este mismo color verde (breves aclaraciones para que se comprenda mejor). Aquí va:

(Fragmento del mail mencionado):

Sobre las repeticiones, en Tu Realidad Inmortal se dice (el segundo párrafo comenta directamente el tema, pero el primero también está relacionado):

Arten: (...) habrás tenido la experiencia de leer un párrafo del Curso que sabes que has leído antes, pero es como verlo por primera vez. Esto también ocurre cuando la gente relee La Desaparición del Universo. Saben que ya han leído las palabras antes, pero les llegan a otro nivel completamente diferente. Las palabras no han cambiado pero ellos sí. El ego está un poco más deshecho y ahora ven las palabras desde otro punto. La repetición es importante no sólo a la hora de aprender estas ideas, sino a la hora de practicar el perdón.

A veces puede parecer que estás perdonando lo mismo una y otra vez. Perdonas a las personas con las que trabajas. Después vuelves al día siguiente y siguen estando allí. Pero, aunque parezca que estás perdonando lo mismo, eso también es una ilusión. Lo que está ocurriendo en realidad es que está saliendo más culpa inconsciente a la superficie de tu mente, y continuar perdonando es una oportunidad de soltarla y liberarse de ella.

El ejemplo que pone Arten es mediante un suceso "externo", pero con sucesos "internos" (recuerdos, pensamientos, ideas, preocupaciones, sensaciones de culpabilidad, ansiedad, emociones, etc) es lo mismo, pues se trata de símbolos, igual de perdonables todos entre sí. No hay niveles ni diferencias (no separemos pues entre "acontecimiento externo" y "pensamiento interno", pues todo son lo mismo, todo símbolo es pensamiento), ni hay grados de dificultad a la hora de perdonar. Si un símbolo se repite y volvemos a sentir molestia, se vuelve a perdonar, como dice Arten.

Sobre los estados de ánimo: el invierno no tiene poder sobre ti, eres tú quien produces el invierno al creer en él; las estaciones representan nuestra creencia en el cambio. Ningun objeto puede afectarnos. No importa qué tipo de objeto se trate: objetos "físicos" (discusiones, accidentes, inviernos, frío, constipados, relaciones, etc), objetos mentales (pensamientos, emociones, etc). Lo que moleste, lo perdonamos. ¿Por qué algo parece afectarnos? Porque le damos el poder, al creer en ello. No eres un cuerpo, sino Consciencia pura de felicidad permanente. Date cuenta: las molestias que percibes son siempre en relación a lo que no eres: en relación al cuerpo o a la mente limitada (creencias falsas). El cuerpo mismo es también mente limitada. El invierno no te afecta a ti. Deja al cuerpo en paz jajaja. Saber que no eres el cuerpo, es también una fase del perdonar. Considera al cuerpo con ligereza, como a un traje. No te lo tomes muy seriamente. Hay quienes se apegan a los trajes, se enfadan si alguien les mancha de huevo o de chocolate su camisa recién estrenada jajaja... Pero eso nos hace sufrir innecesariamente. Es más sano tomar los trajes con ligereza, y el cuerpo (así como la mente limitada: pensamientos, emociones, creencias, actitudes de la personalidad) no es más que otro traje más. Lo cuidamos mientras lo vayamos a usar, como sensatamente cuidamos nuestros otros trajes. Pero sin obsesionarnos. Ligereza. Lo que somos no es el traje. Lo que somos no se puede manchar. Bueno, sólo se puede "manchar" de Chocolate jejeje, pero del "Chocolate Divino", que es otra manera como podemos llamar al Amor de Dios, que no es una "mancha", sino una delicia, nuestro propio ser bienaventurado por siempre.

Así pues, primero perdonamos. Entonces nos relajamos. Quizás entonces el "problema" ya no aparece, pero en caso de que aún aparece, sonriámosle sin miedo. Los problemas son como nubes que parecen tapar el sol de nuestro Ser. Esas nubes-problemas se crecen si les prestamos atención dándoles importancia. Si las tomamos seriamente, es como si se nutrieran de nuestra credulidad y pensasen: "¡Qué suerte! Después de todo, finalmente resulta que sí soy real, pues de lo contrario el Hijo de Dios no se fijaría en mí" jejeje. Pero no son más que nubes, suposiciones insustanciales. Podemos mirarlas sin miedo y ver cómo se disuelven ante nuestra sonrisa de indiferencia hacia lo que no tiene valor porque no es nada.

El invierno no puede afectarnos. Ni el que haya sol o no para practicar naturismo o sungazing. Mirar o tomar el sol son cosas del cuerpo, caprichos ilusorios, están bien pero no es sano obsesionarse, recuerda lo del desapego. Es aceptable disfrutar de "caramelos", pero si uno sufre o se siente ansioso cuando no hay caramelo, entonces eso indica un apego a los símbolos. Lo que importa no es el símbolo (la forma) sino el contenido o esencia del caramelo, el cual es nuestra paz interior siempre presente. Cuando un caramelo se desvanece, la paz permanece, y lo único que se ha disuelto es una forma ilusoria, pero nuestra paz es independiente de las ilusiones. Así, ya no nos produce inquietud el tener que buscar caramelos o el tener que retener los que espontáneamente aparecen durante el tiempo que duren.

Los estados de ánimo, además, pueden servirnos para profundizar en nuestro ser. Una sensación de tristeza puede "aparecer" y dar la sensación de ser real. Culpar al invierno o a un cielo nublado no es más que echar balones fuera, eso son creencias. Lo sensato es perdonar/soltar/entregarse. Y si la sensación de tristeza (o la que se trate) sigue, aprovechemos la oportunidad de experimentarlo de la mano del Maestro interior (Él nos inspirará cómo). Todo son oportunidades. La tristeza no la produce el invierno ni las discusiones con alguien, simplemente ha brotado porque estamos listos para aprovecharla de alguna manera. Es una nube que pasa. Se disolverá. Mientras se va disolviendo, podemos incluso saborearla. Tú no eres esa tristeza. Es una simple nube que observas. Tú eres el Testigo que la observa, no la nube de tristeza. Puedes saborearla con indiferencia, a ver qué pasa, sabiendo que esa nube no eres tú ni tiene nada que ver contigo. Al cabo de un tiempo, te acostumbras a ese sabor y vas descubriendo lo que hay detrás. Lo único que hay detrás es amor, paz, felicidad. Detrás de la nube siempre brilla el sol. Lo que uno siente como tristeza, cuando es bien saboreado, la sensación se va transformando en paz, en profundidad de ser, en dicha. Este saborear es sin identificación con la nube. O sea, no es con la perspectiva "estoy triste", sino más bien se diría "percibo la apariencia de tristeza, pero no soy yo; es una mera nube que pasa". Lo mismo vale para cualquier otro fenómeno: ansiedad, dolor, etc. Son todos fenómenos pasajeros. Son nubes irreales. Lo único real es lo que hay tras ellas: la esencia de lo Real.

Cuando aprendes a saborear (saborear es soltar el miedo, tranquilizarse desapegadamente, y así estar dispuesto a contemplar con un corazón indiferente —vacío de creencias y de expectativas— y así descubrir la verdad o esencia de la apariencia que antes de saborearla nos molestaba: entonces uno se abre a la experiencia de que es solo amor), acabas diciéndote cosas así: «¡Qué curioso! Soy feliz cuando mi (la) personalidad se siente feliz, y soy también feliz cuando la (mi) personalidad se siente triste». Porque te mantienes en el Centro de tu Ser, y no te dejas identificar con los estados de ánimo pasajeros, por lo tanto no te inquietas por nada bueno o malo: sigues igual de tranquilo tanto si "has" ganado 100 millones de euros en una lotería, como si "tu" banco ha quebrado y tenías ahí todo el dinero. Los acontecimientos "externos", así como los acontecimientos "internos" (pensamientos, emociones), no son más que nubes que pasan y no te inquietan.

Incluso el dolor físico, si uno lo saborea sin esperar nada, solo observándolo sabiendo que no somos eso, sino que es una nube (creencia) que pasa y se disuelve, entonces el dolor se calma (duele más el pensamiento de «cómo me duele» que el dolor en sí, porque lo que más duele es hacer el dolor nuestro al identificarnos con el cuerpo). No importa. Una vez que miramos las nubes sin miedo, y comprendemos que no hay motivo de inquietud, entonces deja de importar. Y podemos ocuparnos de otra cosa, siga ahí aparentemente la nube o no.

Nada es casual. Si un símbolo aparece, es porque es el momento idóneo y ya le toca, es porque estamos listos para bendecirlo (perdonarlo) y soltarlo. Amablemente. Le decimos al dolor o la tristeza o la nube que sea: «Hola; gracias por venir. En realidad ya no te necesito, ya no creo en estas cosas, pero gracias por venir a despedirte. Te dejo ir en paz». Y se disolverá, porque lo irreal tiene los días contados, de hecho ni siquiera comenzó a existir, pero como lo deseábamos tanto, al imaginarlo, nuestra imaginación nos complació. Pero hemos cambiado de idea, y las imaginaciones se disuelven cuando ya no las necesitamos. Las despedimos con cariño, porque no son nada, simplemente son nuestro propio juego imaginatorio (despedirlas con odio significaría que las consideramos reales, creyendo que nos habían estado perjudicando, cuando en realidad nada nos perjudica, ni siquiera lo irreal, pues todo "surge" para servirnos y lo irreal ni siquiera ha "surgido").

Nada es casual significa que podemos dar gracias a todo, parezca lo que parezca. Sólo existe el Amor. Y las apariencias las besamos y al amarlas/perdonarlas son como ranas que se disuelven dejando tras de sí al príncipe que en verdad son.

En el Manual del maestro (de UCDM), en un capítulo sobre los maestros (recuerda que para UCDM todos somos maestros, pues nadie deja de enseñar lo que cree, ya que nuestra actitud en la vida es la que muestra o enseña lo que creemos ser) y sus etapas, creo que es ahí donde se dice que hay una etapa de caos, antes de que el maestro se asiente en un mayor equilibrio. Esto sucede frecuentemente durante el proceso de irse desenganchando del mundo, que poco antes habíamos estado considerando como real. En cualquier caso, la verdadera felicidad es permanente y está ya en nuestro ser (ES nuestro Ser), esperando a ser reconocida. La felicidad y la infelicidad del mundo son aparentes porque parecen tener un comienzo y un final. Agudicemos nuestra vista, y a través de la aguda visión del Corazón captemos esta paz/amor/felicidad que ya está latiendo en cada "poro" de nuestro ser, en cada "átomo", de arriba a abajo. Estamos inmersos en la felicidad, pero hacemos como el pez del cuento aquel que dice que un pez del océano preguntaba a todos que dónde podía conseguir agua jejeje

(Hasta aquí la cita del mail mencionado)

¡Saludos!
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2 comentarios:

  1. Sólo agregar a esta idea un fragmento de la lección 248 de UCDM

    Lo que sufre no forma parte de mí.

    He abjurado de la verdad. Permítaseme ahora ser igualmente firme y abjurar la falsedad. Lo que sufre no forma parte de mí. Yo no soy aquello que siente pesar. Lo que muere, en realidad nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mí mismo[...]

    Y.

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  2. Gracias Toni, gracias Y.

    Dios Es.

    =)

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