jueves, 15 de marzo de 2012

Visiones y siddhis

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Lo siguiente fue escrito por Sadhu Natanánanda, acerca de Sri Bhagaván Ramana Maharshi. Tomado del capítulo "Visiones y siddhis" del libro «El Poder de la Presencia», volumen 1, páginas 143 y 144, de David Godman.

Aunque Sri Ramana constituyera para nosotros un símbolo de la verdad por el hecho de ser pura y permanentemente consciente de estar establecido en el Ser, a muchos devotos se les ha aparecido en visiones en forma de encarnación de Dios.

Krishna les garantizó a sus devotos: «Dado que yo resplandezco en el corazón de todos los seres en forma de su Ser interior, sea cual sea la forma en que se me adore, yo bendigo a los devotos bajo esa misma forma».

Incluso hoy en día, el dios Krishna sigue derramando su gracia sobre sus devotos, cualquiera que sea la forma en que estos lo conciban.

De igual forma, Sri Ramana se ha aparecido a sus devotos en distintas visiones, bajo la forma del dios Subramaniam [o Subrahmanian, también llamado Karttikeya, Murugan, Skanda, Kumara, Guha, etc, considerado tradicionalmente un hijo de Shiva, o bien hijo de Agni, o en cierto modo a veces de ambos] o la de sádguru, y les otorga su gracia en forma de instrucción espiritual así como satisfaciendo sus deseos, como se puede apreciar en el siguiente caso de una devota polaca que llegó al darshan [ver o ser visto por una deidad o guru] de Sri Bhagaván. En una ocasión en que se dirigía sola hacia Skandáshram, empezó a tener sed pero, como no encontraba dónde beber, pensó: «Si es verdad que Sri Bhagaván es el Ser universal y omnipotente, ¿por qué no se me aparece aquí mismo y me quita la sed?».

Al cabo de un instante apareció Sri Bhagaván con su cuenco de agua lleno, que ofreció a la devota. Mientras se producía esta manifestación, Bhagaván estaba sentado en el áshram, en su lugar de siempre, completamente inconsciente de la escena que se estaba desarrollando en la colina. La señora polaca, que tenía devoción y amor puros, era una devota cristiana que consideraba que, para poder equiparar a alguien con Jesucristo, tenía que demostrar poseer poderes sobrenaturales. Bhagaván, con su suprema compasión y atrapado por la devoción de esa mujer, se le apareció conforme a su mentalidad y satisfizo su deseo. Sin embargo, aunque hechos como este ayudan en gran medida a incrementar e intensificar la devoción y la fe de devotos de temperamentos dispares, por regla general Bhagaván desaconsejaba a la gente que intentara producir dichos fenómenos de forma deliberada.

Por otra parte, los milagros como el que acabamos de relatar no tienen conexión alguna con los siddhis [poderes sobrenaturales], que se consiguen mediante el esfuerzo personal, se utilizan con el sentido egoísta de «soy yo quien hace esto» y, por tanto, son limitados. En cambio, hechos como el descrito en este caso sólo son fruto del poder de la divinidad que mora dentro de todo y de todos, y que se refleja, desde dentro, en concordancia con la mentalidad del devoto. Este poder es ilimitado.

Algunas personas consideraban que Sri Ramana era su ishta dévata [forma de Dios con la que se identifica el devoto] y, por tanto, esperaban que satisfaciera todos sus deseos. Sin embargo, como Bhagaván solo aceptaba como ofrenda una devoción verdadera, alertaba a estos buscadores de favores de que: «Aquí no hay siddhis, así que no perdáis el tiempo esperando conseguirlos porque, después, os sentiréis frustrados».

En otras ocasiones, Bhagaván avisaba a sus devotos de que desear tener siddhis constituía un obstáculo en el camino espiritual:

«Si un buscador que avanza por el camino de la liberación se siente atraído por los siddhis, le aumentará el ego, por lo que su esclavitud se hará aún más densa.

»El silencio mental absoluto es lo único en que verdaderamente consiste la liberación. Por lo tanto, que me expliquen cómo se va a poder fundir en la dicha de la liberación, que consiste en la completa desaparición de toda actividad mental, quien unza su mente a los siddhis, que no se pueden conseguir sin realizar un esfuerzo mental.

»Establecerse en el Ser primordial, en el conocimiento de la liberación: en eso es en lo único que consiste el auténtico gñana siddhi [alcanzar gñana [conocimiento verdadero]], mientras que los otros ocho tipos de siddhis, únicamente pertenecen al ámbito de una mente en movimiento y a su poder de imaginación».


Fin del capítulo. En la nota a pie de página comenta David Godman que:

En muchos textos sobre yoga se citan esos ocho tipos de siddhis como la levitación y el aumento o la disminución del tamaño del cuerpo tanto como se desee.

¡Saludos!
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